Los conectores contables – Parte 2
En el artículo de hoy, que forma parte de la serie dedicada al análisis financiero para principiantes, nos vamos a centrar en los conectores contables relacionados con flujo de caja y la política de retribución de la empresa. Con él, vamos a tener una visión global sobre uno de los pilares más importante del entramado contable de una empresa.
14/11/2025
En el artículo de hoy, que forma parte de la serie dedicada al análisis financiero para principiantes, nos vamos a centrar en los conectores contables relacionados con flujo de caja y la política de retribución de la empresa. Con él, vamos a tener una visión global sobre uno de los pilares más importante del entramado contable de una empresa.
Segundo conector: los movimientos de caja
Los movimientos de caja generados durante un período y registrados en la parte inferior de los estados de cash-flow es lo que une este estado financiero con el balance de situación (a través, como hemos indicado, de la partida de caja dentro del activo a corto plazo). Dichos movimientos de caja son el segundo conector contable que debemos tener presente al hacer el análisis financiero de un negocio.
Como explicamos anteriormente, casi todas las transacciones registradas por un estado financiero tienen su impacto en los otros dos. Ya hemos visto como ejemplo que la compra de materiales destinados para la venta tiene un impacto contable en la cuenta de resultados (a través de la partida del coste de los materiales vendidos), en el balance (en el inventario antes de ser vendidos y en la cuenta de clientes antes de ser cobrados) y en el flujo de caja (si son pagados en el momento de la compra, de lo contrario no tendría un impacto en la caja y se registraría como un pasivo en la partida de proveedores dentro del balance).
A modo de recapitulación, con todas las transacciones que hemos explicado a lo largo de este artículo, podemos comprobar cómo los movimientos de caja conectan el estado de cash-flow con el balance a través de los activos financieros de corto plazo.
Primero, vimos cómo el empresario creaba la empresa aportando 50.000 euros de capital. Dicho capital se reflejaría en el lado derecho del balance, dentro del patrimonio neto. Por otro lado, el estado de cash-flow registraría esa operación, reportando la aportación de 50.000 euros como ingreso dentro del flujo de caja generado por las operaciones de financiación. Sería un flujo positivo y, por tanto, supondría una entrada de dinero total de 50.000 euros. ¿Cómo se conecta con el balance? A través de su registro en el lado izquierdo del balance, dentro de la caja financiera en el activo de corto plazo.
A continuación, el empresario decidió comprar un establecimiento por valor de 120.000 euros. Como dicha transacción es una inversión por compra de activos inmovilizados, se registra como una salida de dinero dentro del flujo de caja generado por las operaciones de inversión. Por otro lado, el empresario pidió un crédito por valor de 100.000 euros para poder acometer dicha inversión. Ese crédito es una entrada de dinero que se reflejará con signo positivo dentro del flujo de caja generado por las operaciones de financiación. Los 20.000 euros restantes necesarios para comprar el establecimiento saldrían del saldo de caja que la compañía tiene en su balance. Como se puede ver en la siguiente imagen, la caja se habría reducido en 20.000 euros. De esta forma, activo y pasivo seguirían siendo la misma cantidad y, por tanto, el balance estaría cuadrado
El empresario ya estaría en disposición de empezar a operar. Como señalamos anteriormente, sus gastos operativos representan 30.000 euros y agotarían todo el saldo disponible de caja. Las ventas generadas no se cobrarían hasta dentro de tres meses (por tanto, se acumularán en el activo dentro de la partida de clientes) y el material comprado a los proveedores se pagaría también dentro de tres meses (en consecuencia, esta deuda se registrará en el pasivo dentro de la partida de proveedores). El flujo de caja operativo supondría una salida de caja por valor de 30.000 euros. Dado que en ese período no se han reportado inversiones ni operaciones de financiación, ese sería el único movimiento de efecto. Al mismo tiempo, el beneficio neto reportado sería de 20.000 euros y engrosaría el patrimonio neto en el lado derecho del balance.
En tres meses, la compañía habrá cobrado los saldos de la partida de clientes por valor de 100.000 euros y pagado los de la partida de proveedores por valor de 50.000 euros. El movimiento neto de caja generado por las operaciones será positivo por 50.000 euros. Dado que ese es el único movimiento de efectivo, esta cantidad se registrará en el activo financiero de corto plazo dentro del balance. No habrá, por tanto, impacto en la cuenta de resultados, ya que este ya habría tenido lugar con la contabilización de los 20.000 euros de beneficio neto que engrosaron el patrimonio neto del balance.
Tercer conector: la retribución a los accionistas
La retribución a los accionistas es el tercer conector. Es el más complejo de todos, pues se trata de una decisión de asignación de capital tomada por el equipo directivo basándose en factores estratégicos del negocio que, posiblemente, no sean visibles en las cuentas anuales. La retribución puede consistir en pagar dividendos o en recomprar acciones propias en el mercado para amortizarlas posteriormente. En ambos casos, suponen un traspaso de riqueza desde la empresa a sus propietarios. Es importante entender que no supone un incremento de la riqueza de los accionistas, pues estos ya serían propietarios del dinero con el que la compañía les retribuye al ser los dueños de esta. Así que, repetimos, se trata de un mero traspaso de riqueza. Esta evidencia no le resta validez, sino que la designa en su justa medida.
Sea cual sea la forma de retribución que decida el equipo directivo, implica una salida de efectivo de la compañía. Evidentemente, la salida de efectivo queda registrada en el estado de flujo de caja como un saldo negativo en el cash-flow generado con las operaciones de financiación. En él se podrá apreciar una partida negativa registrada en el epígrafe de dividendos pagados a los accionistas o recompras de acciones propias. Y, como el resto de las transacciones registradas en el flujo de caja, se conectan con el balance a través de los movimientos de efectivo. En este caso, suponen una reducción de los activos financieros de corto plazo.
Esta reducción de activos financieros de corto plazo implica una disminución del activo mostrado por la compañía en el balance. La cuestión es que, como dijimos al comienzo de este artículo, el lado izquierdo del balance y el lado derecho deben sumar exactamente lo mismo. En otras palabras, esa reducción de activo debe equilibrarse necesariamente con una reducción del pasivo y del patrimonio neto. Pero ¿de qué partida? La contabilidad resuelve este equilibrio realizando un apunte negativo en el patrimonio neto por el valor exacto de la retribución. De esta forma que, si una compañía retribuye por la forma que sea a sus accionistas en un valor de 10.000 euros, su patrimonio neto será reducido también en 10.000 euros. Así, la retribución quedaría registrada en el estado de flujo de caja y en el balance, tanto en su lado izquierdo como en el derecho. Por otro lado, esta distribución no tiene reflejo alguno en la cuenta de pérdidas y ganancias.
La piedra angular del sistema contable
Los conectores contables hacen posible el funcionamiento de la contabilidad moderna basada en la regla de la doble entrada. Gracias a ellos, todas las transacciones realizadas por una compañía y que tienen un impacto en los estados financieros, crean un circuito de información cerrado y perfecto. Las conexiones que permiten dentro de las cuentas de una empresa actúan como una auténtica piedra angular del sistema contable, haciendo que todos encajen y se sostengan entre sí. Por tanto, para poder analizar las finanzas de una empresa, es imprescindible entender su papel de nexo y cómo permiten que el registro de transacciones fluya a través de ellos.
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