Los conectores contables- Parte 1
Hay dos tipos de conexiones entre estados financieros. El primero está formado por las conexiones contables. Estas permiten la existencia de la regla de doble entrada en la contabilidad moderna y cuadran los estados financieros entre sí. El segundo tipo son las conexiones analíticas. Estas despejan importantes aspectos de la realidad del negocio que suelen quedar ocultos bajo el lenguaje contable.
28/10/2025
Hay dos tipos de conexiones entre estados financieros. El primero está formado por las conexiones contables. Estas permiten la existencia de la regla de doble entrada en la contabilidad moderna y cuadran los estados financieros entre sí. El segundo tipo son las conexiones analíticas. Estas despejan importantes aspectos de la realidad del negocio que suelen quedar ocultos bajo el lenguaje contable.
Para un inversor, estas son las más significativas, pues actúan como auténticos sensores de la capacidad real de una empresa para generar valor. Pero para poder interpretarlas correctamente, es necesario entender cómo la información financiera fluye a través de las conexiones contables. Por su enorme importancia, centraremos los dos últimos artículos de nuestra saga de análisis financiero para principiantes en las conexiones entre estados financieros. En este, explicaremos los conectores contables.
Los conectores contables
Para entender cómo funcionan los conectores contables es necesario recordar que cada apunte contable nunca afecta a un único estado financiero. Esto es especialmente evidente en el balance de situación y es la razón por la cual siempre permanece en equilibrio —es decir, que el activo siempre es igual a la suma del pasivo y el patrimonio neto—. Por ejemplo, supongamos que un empresario decide crear una empresa aportando 50.000 euros de capital. En el balance veríamos esos 50.000 euros dentro del Patrimonio Neto (una partida representada en el lado derecho del balance) y en la caja (una partida de su lado izquierdo). Como podemos ver, el balance estaría cuadrado desde el momento fundacional de la compañía.

Sigamos analizando la evolución contable de la vida de la compañía. A continuación, el empresario decide comprar por valor de 120.000 euros un establecimiento para abrir una tienda. Por no contar con el capital necesario para acometer dicha inversión, pide 100.000 euros prestados como financiación bancaria. Tras la operación de financiación y compra, lo que veríamos en el balance serían 30.000 euros en la caja, 120.000 euros como inmovilizado material (ambas partidas supondrían un activo total de 150.000 euros representados en la parte izquierda del balance), unos fondos propios de 50.000 euros y 100.000 euros de deuda bancaria (ambas partidas representarían un total de 150.000 mil euros en el lado derecho del balance). Este estado financiero, por tanto, se mantendría equilibrado a lo largo de la vida de la empresa.
Como se puede ver, la mayor parte de las transacciones que realiza una empresa tienen su impacto en las dos partes del balance. Sin embargo, esto no siempre es así. Por lo que, para que este se mantenga cuadrado, la contabilidad ha recurrido a los conectores contables que sirven para unirlo con el resto de los estados financieros. Esto es lo que hay detrás de la regla que establece que un cambio en un estado financiero casi siempre tiene un impacto en otro estado financiero.
Así que podemos pensar en los conectores contables como los puentes que unen a los tres estados financieros. Son los nexos que hacen posible el funcionamiento de la contabilidad moderna basada en la regla de la doble entrada.
Primer conector: el beneficio neto
El primer conector es el puente creado entre el beneficio neto de la cuenta de pérdidas y ganancias y los movimientos en los fondos propios del lado derecho del balance. Dicho de otra forma, la cuenta de resultados y el balance están unidos entre sí mediante la acumulación del beneficio neto dentro de los fondos propios. Esto implica que todas las transacciones realizadas por la empresa y que afectan al beneficio neto impactarán también al balance a través de los fondos propios.
Supongamos que, en el ejemplo anterior, el empresario adquiere mercancías por valor de 50.000 euros a pagar dentro de tres meses. A continuación, lo vende por 100.000 euros a cobrar en tres meses. Para realizar esas ventas incurre en 30.000 euros en gastos generales que paga inmediatamente. Por tanto, genera un beneficio de 20.000 euros con estas operaciones. En la cuenta de pérdidas y ganancias quedaría registrado de la siguiente manera:
Pero estas transacciones también tienen un impacto en el balance de situación que ha de ser registrado. Por el lado del activo, en primer lugar, la caja habrá desaparecido por completo. En segundo lugar, aparecerán 100.000 euros dentro de la partida de clientes (estas son las ventas que la empresa cobrará dentro de tres meses). En tercer lugar, seguirían apareciendo los 120.000 euros de inmovilizado material1. De esta forma, el activo total ahora sería de 220.000 euros.
Por su parte, en el pasivo, aparecerán 50.000 euros en la partida de proveedores por los materiales que se les ha comprado y que no serán pagados hasta dentro de tres meses. Al igual que antes, estarán los 100.000 euros en la financiación bancaria. Por último, veremos 70.000 euros en el patrimonio neto. En total, el lado derecho del balance representaría la misma cantidad de 220.000 euros que el activo en el lado izquierdo. La particularidad aparece en los 70.000 euros del patrimonio neto. Estos se dividen entre los 50.000 euros inicialmente aportados por el empresario para crear la empresa y los 20.000 euros de beneficio generado por las operaciones.
Gracias a que estos 20.000 euros de beneficio neto se reportan en el patrimonio neto, el balance queda equilibrado. El beneficio neto, por tanto, es el conector contable que une la cuenta de resultados con el balance de situación. Por otro lado, en el caso de que la compañía hubiera generado pérdidas, el apunte dentro del patrimonio neto sería negativo y restaría a los 50.000 euros de capital. Sea cual sea el resultado de la empresa, su acumulación en el patrimonio neto es lo que permite que ambos lados del balance registren la misma cantidad a pesar de todos los cambios intermedios reflejados en la cuenta de resultados. 
Como ya indicamos, prácticamente todas las transacciones que realiza una empresa tienen impacto en los tres estados financieros. Por ejemplo, una compra de material para ser vendido (que se registrará en la cuenta de resultados como el coste de los materiales para la venta) afecta a la partida de inventarios dentro del activo y a la de proveedores dentro del pasivo. Por otro lado, las ventas no cobradas se reflejan en la partida de clientes dentro del activo.
Ahora bien, estas relaciones inter-estados financieros no pueden ser considerados verdaderos conectores entre la cuenta de resultados y el balance. La única partida que permite que este se mantenga equilibrado después de contabilizar todos los cambios descritos es el beneficio neto. En otras palabras, aunque siempre debemos tener presente cómo las transacciones reflejadas en la cuenta de pérdidas y ganancias afectan al balance, la única partida conectora es el beneficio neto.
Antes hemos dicho algo que suele sorprender mucho a las personas que se están iniciando en el análisis financiero. ¿Cómo es posible que una compañía pueda operar sin tener nada de dinero en caja? Pues sí, es posible. Hay que tener en cuenta que, en nuestro ejemplo, dentro de tres meses la compañía habrá cobrado todos los saldos reportados dentro de la cuenta de clientes (es decir, 100.000 euros) y habrá tenido que pagar las deudas con sus proveedores (es decir, 50.000 euros).
Cuando esto ocurra, su balance reflejará los siguientes cambios: primero, su pasivo se reducirá en 50.000 euros (ya que, tras el pago, desaparecerá su partida de proveedores). Segundo, en su activo desaparecerán los 100.000 euros de la partida de clientes reciba el dinero que le debían por las ventas no cobradas. Con la mitad de esos 100.000 euros cobrados, la empresa pagará a sus proveedores, como ya hemos señalado, y los 50.000 euros restantes aparecerán en la caja. Como podemos ver, activo y pasivo se reducirán en total por valor de 50.000 euros y la empresa mostrará un saldo de caja positivo. 
En el siguiente artículo nos centraremos en los conectores contables relacionados con flujo de caja y la política de retribución de la empresa.
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